Poco antes de iniciar el blog,
un conocido me pregunto como era ese ideal sobre el que iba ir el
blog. Me especifico incluso si rubia o no. Evidentemente no me había
entendido.
Se trata de un ideal de persona
bella, en este caso mujer, pero no de un ideal de cuerpo hermoso.
No tiene cuerpo, ni pelo alguno.
Lo que tiene es una determinada forma de sentir la vida, son esos
sentimientos suyos los que la llevan a sentir, vivir, hacer, optar, y
etc.
Por supuesto los sentimientos
cambian, eso es en gran parte la vida. Interactuamos con el presente,
nos modifica ello, incluso, la forma en que vemos el pasado y nuestro
modo de imaginar el futuro. Pero por mucho que nuestros sentimientos
varíen somos como el río del que hablara Heráclito. Aunque sus
aguas sean siempre diferentes, a cada instante, el río en cambio
siempre es el mismo. Nuestra forma de sentir es un río, su cauce, y
sus aguas son todo ese mar de sentimientos que se nos despiertan en
el vivir la vida, a cada paso, a cada momento y que van y vienen pero
jamás permanecen.
De hecho conocer a una persona
no es conocer su nombre, es saber que siente.
Y, aunque en un rostro humano
pueden manifestarse todo un mar de sentimientos, conocer a alguien no
es saber la forma de su cara, es poder leer en ella.
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