miércoles, 11 de septiembre de 2013

La mujer, la comprensión y el amor

"La mujer no ha nacido para que se le comprenda, sino para que se le ame."

Pues no señor, de eso nada, que va. Suena muy bien pero es falso lo que afirma esa cita de García Lorca.

Conocer es comprender y no amamos a alguien hasta que le conocemos realmente. Hasta que es "él" o "ella" para nosotros y no una incognita; tal persona y no tal otra. No es necesario lograr una comprensión perfecta, nada humano es perfecto ni lo necesita ser, pero si no es minimamente suficiente lo que estariamos amando ya no sería una persona si no un mal entendido. Por otro lado amar a alguien te lanza a una busqueda sin fin por mejorar la comprensión que ya has alcanzado de esa persona. Es un acto instintivo.

Es una busqueda que se hace a la vez por amor y para amar.

Por amor, ya que eres consciente de que cuanto mejor le conozcas, más le entiendas, de mayor apoyo le podrá servir tu presencia. Mejor sabrás lo que necesita y menos peligro correras de estar luchando o sacrificandote o esferzondote en vano tratando de darle una ayuda que no le hace falta mientras descuidas otras ayudas, atenciones, detalles, esfuerzos o lo que sea que en cambio si necesita de ti pero que ignoras que le hacen falta.

Para amar, por que cuanto mejor conozcas a una persona, cuanto más la comprendes más facíl te resulta amarle y eso es siempre así, en general, de hecho llevado al estremo, conocer de modo perfecto a alguien, nunca posible en la practica, te llevaría a perdonarle todo. Por eso los matrimonios concertados, de darse entre personas dispuestas a comprenderse mutuamente, y no haber ningun impedimento profundo en contra, pueden funcionar muy bien, pues la convivencia proporciona las condiciones optimas para que dos personas realmente se conozcan y si ambas lo aprovechan acabaran amandose muy probablemente.

Y, es que conocer es comprender y comprender es amar.

Por eso el enamoramiento, esa fase de hormonas desbocadas, que afirman que suele durar unos tres años de media, no es un paso necesario para llegar al amor. De hecho el enamoramiento sin voluntad compartida de entenderse cada día un poco mejor, de descubrirse el uno al otro, por muy fuerte que parezca no es más que autoengaño y callejón sin salida, y capaz de naufragar en un baso de agua.

El enamoramiento es un ir que se va, el amor en cambio es un despertar.


lunes, 9 de septiembre de 2013

La mujer sin rostro

Poco antes de iniciar el blog, un conocido me pregunto como era ese ideal sobre el que iba ir el blog. Me especifico incluso si rubia o no. Evidentemente no me había entendido.

Se trata de un ideal de persona bella, en este caso mujer, pero no de un ideal de cuerpo hermoso.

No tiene cuerpo, ni pelo alguno. Lo que tiene es una determinada forma de sentir la vida, son esos sentimientos suyos los que la llevan a sentir, vivir, hacer, optar, y etc.

Por supuesto los sentimientos cambian, eso es en gran parte la vida. Interactuamos con el presente, nos modifica ello, incluso, la forma en que vemos el pasado y nuestro modo de imaginar el futuro. Pero por mucho que nuestros sentimientos varíen somos como el río del que hablara Heráclito. Aunque sus aguas sean siempre diferentes, a cada instante, el río en cambio siempre es el mismo. Nuestra forma de sentir es un río, su cauce, y sus aguas son todo ese mar de sentimientos que se nos despiertan en el vivir la vida, a cada paso, a cada momento y que van y vienen pero jamás permanecen.


 De hecho conocer a una persona no es conocer su nombre, es saber que siente.

Y, aunque en un rostro humano pueden manifestarse todo un mar de sentimientos, conocer a alguien no es saber la forma de su cara, es poder leer en ella.

jueves, 5 de septiembre de 2013

¿Qué busca el blog?

En principio el blog no iba ser otra cosa que una serie de archivos que guardaría en formato blog, en Internet, destinados a varias finalidades.

La primera servir de despedida de un sueño, de una esperanza. Manifestando, para reforzar, mi aceptación de que la mujer que yo amo no es más que un anhelo y cuya existencia pertenece al reino de la fantasía, esperar lo contrario es vana esperanza.

Quería y quiero librarme de esa vana esperanza. Pues cualquier esfuerzo que le dedique a ello es un esfuerzo perdido, en el que se mal gastan fuerzas y energías que de no ser por ello se dedicarían a cosas fructíferas.

Pero a la vez, junto con la despedida el blog pretendía ser una carta de amor pues aunque normalmente perder la esperanza es un paso imprescindible en el proceso de superar un desengaño amoroso, y hasta el punto de que solo una vez se la pierde el proceso de superación comienza... bueno... "normalmente" sin necesidad, exacta, de hacer borrón y cuenta nueva si se acaba pasando pagina y pudiendo entonces iniciarse una nueva pagina en la vida sentimental de una persona... en cierto modo eso es lo que buscaba y pretendía que me ayudara a lograr el blog.

Que me ayude a ver e interiorizar que el ideal que he buscado durante toda mi vida no es un ser real, ni lo va ser por mucho que me pese. Y, me libere de ese modo de su búsqueda.

Eso, por supuesto, no es renunciar ni negar que la mujer que amo es como es. No puedo negar lo que siento, carece de sentido autoengañarse. La amo aun a sabiendas de que no existe y de que ni dando mi vida a cambio lograría que existiera. La tengo muy cerca, pero que muy cerca ya que ella habita mis anhelos, sueños y fantasias y a la vez tan lejos, pero tan lejos, que hasta una distancia matemáticamente infinita se queda corta al tratar de expresar una lejanía tal, solo la que impone la muerte se le parece un poco, pero es mayor aun que la de la muerte, dado que la muerte no puede negar la vida que existió, el aire que se respiro, ni el sol que abrazo una piel, ni la brisa que se la acaricio.

Pero su vida nunca existió, ni jamás respiro, ni la abrazo el sol, ni la acaricio brisa alguna.

Conozco bien su mirada. Sé como mira la vida, al mundo, como se mira cuando se mira en un espejo, su modo de mirarme a mi; pero si trato de imaginar su rostro, no puedo, es un rostro que no tiene color de piel, ni sus cabellos lo tienen, ni sus ojos tampoco. Y, aun así ella es la mujer que amo. Y, siento lo que se siente cuando se ama. Y, necesito...

¡Tantas cosas!

Siento la necesidad de llegar a ella, hasta ella, en esa insistencia suya y decirle que la amo.

Parece una locura, como la de la madre que de vez en cuando se descubre a si misma hablando con la hija que 20 años atrás murió antes de nacer pero en la que aun sigue pensando con cierta frecuencia, sintiendo siempre y por supuesto amando. A la vez que se pregunta como sería esa hija, esa niña, esa mujer.
Puede resultar, sonar, raro pero no es necesario que alguien exista para que le amemos, ni siquiera que haya existido.

Basta con que tengamos los motivos para ello. Amamos por que amamos. Sin motivo aparente, sin pedirle permiso a nuestra razón, sin elección.

Y, siento la férrea necesidad de que a falta de sol pueda al menos mi amor abrazarla.

Y, necesito muchas otras cosas...

martes, 3 de septiembre de 2013

El origen

Todo blog tiene al menos un autor o autora, pero aquí, en nuestro caso, hay además un causante directo de la existencia de este blog que ni sospecha que lo es ya que para empezar ni sabe que el blog existe.

No es mi intención hablar de él, ni es este lugar para ello, ni sabría muy bien que decir. Pero si vendrá bien que cuente como es que el blog llego a existir.

Todo comenzo hace algún tiempo, quizá mucho. Leyendo un articulo de un periodista cuyos artículos y libros suelen gustarme. Desgraciadamente no recuerdo el titulo de aquel articulo e ignoro si la tentación de tratar de ponerme en contacto con su autor, para ver si el me lo puede decir o explicar como puedo dar de nuevo con ese articulo... llegara a vencerme o por el contrario terminare olvidando el asunto con un "no vale la pena molestarle por semejante chorrada mía, además a saber si dispone de tiempo para ello", por lo tanto es muy probable que el blog termine muriendo cuando le toque llegar a su fin sin poder refrescar la memoria sobre sus inicios.

Aun así, por supuesto, algo recuerdo.

Recuerdo que aquel articulo no me gusto nada. Se podría decir que incluso me molesto. A la vez me sorprendió y no es fácil, podéis creerme, sorprenderme.

Ambas cosas, la sensación de molestia y la sorpresa, se coaliaron para que a lo largo de los años me descubriera, ocasionalmente pero reiteradamente, pensando en ese articulo. En lo que allí se nos decía.

¿Qué se nos decía?

Bueno, el autor exponía una teoría, si original suya o no yo no lo sé, según la cual la mujer que amamos es un ideal que nos arrastra a irnos enamorando de las distintas mujeres que a lo largo de la vida nos vamos encontrando capaces de algún modo de reflejarlo o encarnarlo.

Yo que solo me he enamorado una vez en la vida, que llevaba por entonces unos 20 años enamorado de ella y que continuaba estandolo y que por todo ello había y continuaba pasando las de San Quintin y un poco más, encontré, o me pareció encontrar, que todo aquello no era más que una solemne tontería, tamaño Everest cuando menos, pero novedosa ya que nunca antes me la había encontrado ni a ella ni a ninguna otra que se le pareciera.

Al resultarme tan novedosa no encontré motivos para relegarla al cajón del olvido, en su lugar la atesore dispuesto a estudiarla. Buscaba pruebas que la desenmascararan como tal tontería que era o que bien me demostraran que en realidad el tonto era yo y que la tontería no eral tal salvo la que había en mi.

Fue pasando el tiempo. Y, continuo pasando.

Hoy por hoy estoy totalmente de acuerdo con aquella teoría. Ahora es también la mía.