Trauld,
nace en Munich en 1020, por lo que es contemporánea de Irena y
Sofía, pero su historia es muy diferente, al menos en principio.
Para empezar su entorno personal no podía ser más opuesto al de
ellas.
Mientras,
por ejemplo, el padre de Sofía, un liberal de los de verdad, le
decía a sus hijos “lo que quiero para ustedes es vivir con
rectitud y libertad de espíritu, sin importar lo difícil que esto
resulte” y terminaba en la cárcel por haber llamado a Hitler, en
publico, “flagelo de Dios” o el de Irena inculcaba a su hija
fuertes ideas solidarias y antiracistas...
El padre
de Trauld, Max Humps, fue uno de los primeros miembros del partidos
nazi, abandono a su mujer e hijas cuando Raudal tendría solo unos
cinco años. Bien poco y bien mal le pudo enseñar nada bueno.
Termino siendo general en la reserva de las SS.
Su
hermana, de profesión bailarina de ballet, era amiga del hermano de
Martín Bormann, el cual era el hombre de confianza del propio Hitler
y no parece precisamente que el hermano fuera un anti-nazi.
Su propio
novio y futuro marido era oficial de las SS.
Todos los
datos que al parecer se tienen de su entorno indican que no había
nadie, ni nada, que le facilitara desarrollar una actitud, ni mínima,
contra el nazismo. Si no todo lo contrario. Aun así se la describe
como apolítica, carente de ideología pese al adoctrinamiento al que
estaba sometida por ejemplo en la rama femenina de las Juventudes
Hitlerianas a la que perteneció. Hasta que un día todo cambio,
pero para peor.
Quería
ser, como su hermana, bailarina, y lo intento,pero al enterarse por
ella de que había una plaza vacante para secretaria en la
cancillería, se presento como candidata y termino siendo elegida
como una de las secretarias personales de Hitler, llegando a formar
parte de su entorno intimo, la personalidad de Hitler y el ambiente
de adhesión hacia él que ella comenzó a respirar entonces a diario
terminaron por convertirla en una persona fascinada por la
personalidad de Hitler. Vivió a su lado los últimos años de la
guerra y termino siendo la secretaria a la que él dicto su
testamento político justo antes de suicidarse.
Tras la
muerte de Hitler, intenta igual que otros huir de los soviéticos
hacia las lineas occidentales de los aliados, pero es capturada por
los soviéticos, deportada a Siberia, luego entregada a los
estadounidenses, que la interrogan durante unas tres semanas, termina
pasando unos seis meses en la cárcel antes de ser finalmente
liberada. Tras ello siguió trabajando como secretaria y más tarde
como periodista especializada en ciencia y publico un par de libros.
Murió a
los 81 años, por un cáncer de pulmón.
En su
experiencia se basa la película El hundimiento.
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Una noche
con el televisor encendido,zapeando, pude ver los momentos finales de
esa película. Tras terminar la historia que nos cuenta, como un
añadido, aparece ella hablando. Sus palabras me impactaron. Aquí se
puede ver lo que parece, al menos como ahora lo recuerdo, una
transcripción de aquellas palabras; en todo caso aparece lo que más
me importa de lo que escuche aquella noche:
“Lo
que más me impresionó una vez terminada la guerra es que el mundo
era muy distinto de lo que Hitler había profetizado. En un primer
momento no pensé para nada en tratar de elaborar mi pasado... Por
supuesto que sentí el horror con el proceso de Nuremberg, pero
seguía sin establecer la relación con mi propio pasado. Me
conformaba pensando que yo personalmente no tenía la culpa, y que
tampoco sabía nada de las dimensiones de todo. Pero un día pasé
por la placa conmemorativa de Sophie Scholl, vi que había nacido el
mismo año que yo y que la habían ejecutado el mismo año en que yo
me fui con Hitler. En ese momento sentí que ser joven no era una
excusa”.
No lo es,
por supuesto que no. De todas formas, en todo, creo en explicaciones,
no en excusas. Y, lo que yo veo en su historia es una mujer
totalmente ignorante, que se mete donde no le conviene, colabora con
gente despreciable sin saber que lo son y hasta sintiendo admiración
por ellos, atrapada en un ambiente que le impide salir de esa trampa,
romper las rejas de su ignorancia e ingenuidad, hasta el punto de que
termina compartiendo con su entorno la paranoia general que esa gente
vivía. Pero no veo culpabilidad alguna en una ignorancia que no ha
sido buscada.
En cambio
tengo la imagen de ella mientras pronunciaba esas palabras, su pose,
su rostro, la mirada y sobre todo la voz. La voz me resulta mil veces
más fácil de descifrar que una mirada, me dice como la persona que
la emite siente su propia carne. Me fio muy poco de lo que veo en una
mirada, sí la persona sabe que la estoy viendo, pero mucho de lo que
leo en una voz, entienda o no el idioma en que habla, por que aunque
sepa que le estoy escuchando seguramente no sospecha que además de a
sus palabras escucho su voz y aun antes a su voz que a sus palabras.
Y, lo que
vi en esa voz concuerda con las palabras; no miente. Ni siente
necesidad alguna de mentir.
Mientras
Sofíe Scholl comenzó sintiendo entusiasmo con el nazismo termino
detestándolo, pues una serie de hechos le hicieron despertar, Trauld
comenzó más bien sintiendo indiferencia hacía el nazismo pero
acabo entusiasmada con él por que los sucesos que ella vivió fueron
los contrarios a Sofía.
Cada una
de ellas se comporto de acuerdo con la información que tenia.
Lo que voy
decir quizá parezca una burrada, pero estoy convencido que cada una
de ellas habría acabado haciendo más o menos lo mismo que la otra
de estar en las circunstancias y condiciones de la otra.
Trauld,
era alguien muy inteligente y con ganas de aprender, ambas cosas
esenciales desde mi punto de vista, y mil veces más lo segundo que
lo primero. Considero que ser la secretaria de aquel hombre le estaba
garantizando tener acceso a información de primera mano sobre lo que
estaba ocurriendo. Se equivoco, como ella reconocería más tarde,
aquello no era más que un punto ciego, como ella misma lo llamo. Me
sorprende ver como en algunas paginas de Internet esto parece no
comprenderse. Hablan de “punto ciego” como si fuera sinónimo de
centro de información, cuando es todo lo contrario, es la negación
misma de la información. En un punto ciego como bien dice el propio
nombre no ves, estas ciego. Cualquier creencia que entonces tengas
esta basada en la fantasía y no en la realidad. Cualquier decisión
que tomes basada en esas creencias puede ser tan disparatada como la
buena o mala fortuna decida, pero lo que nunca será es una decisión
libre, ya que ninguna decisión tomada a ciegas lo es.
Lo que
recibió al lado de Hitler fueron mil mentiras y quizá ni media
verdad. No la información que buscaba. Vivió esos años borracha de
mentiras. Pues lo primero que hace ese tipo de gente cuando alcanza
el poder es exiliar a la verdad por todos los medios a su alcance y
ya sin verdad por medio lo que hay no es información si no
desinformación.
Quisiera
saber por que tras quedar viuda de su marido, que fue derribado en
Francia por un caza ingles al poco de casarse, no volvió jamás a
contraer matrimonio. Si fue debido a algún trauma relacionado con su
trabajo de entonces o cautiverio, a alguna manía personal, a que
simplemente era muy exigente a la hora de elegir pareja y hombres
como los que ella buscaba no abundan o... no sé, quizá sea su
viudedad de la veintena hasta los ochenta años mera casualidad...
pero me da la impresión de que era cierto lo que le dijo una vez, en
broma, a Hitler, que dado que había vivido más de 20 años sin un
hombre era muy capaz de seguir haciéndolo. Pero para decir eso hace
falta una buena autoestima, conocerse bien a si misma, valorarse,
estimarse, tener una fuerza interior que la hace diferente de las
“mendigas de amor” como las llama una medio amiga mía.
Creo que
simplemente fue eso, nunca encontró otro hombre con el que le
valiera la pena formar pareja. Quizá en cambio si echaba de menos a
su marido, el único que tuvo.
Vivió, en
cambio, sintiendo la necesidad no de ser perdonada, si no de
perdonarse a sí misma, sin poder conseguirlo, el error de creer que
allí estaría mejor informada que en cualquier otro lugar para
acabar terminando formando parte de algo de lo que no podría, una
vez descubierto en que consistía, dejar de avergonzarse.
A ello
ayudo, seguro, que delante de ella el nazismo solo mostró su cara
amable y caballerosa. Mientras que lejos de donde la mentira era ley
Irena y sofía conocieron, vivieron, sufrieron y combatieron la otra
cara, la más real, su rostro sin mascara. Irena y Sofía conocían
las mentiras y también la verdad, pudieron contrastar cualquier cosa
que se les dijo, por eso sabían diferenciar y que la mentira solo
era eso, llana y hasta vil mentira.
Trauld, en
cambio jamás tuvo esa oportunidad. Dicen que en toda guerra la
primera victima es la verdad, sin primero esa no son posibles las
otras. Trauld fue una más de las que vinieron después, en cierto
modo mucho menos desafortunada que la mayoría, aunque dudo mucho que
de poder volver atrás y cambiar su historia personal por la de Irena
o Sofía... no la cambiara. Al menos a creer eso me lleva su
necesidad, insatisfecha, de perdonarse a si misma.
En todo
caso, si algún error cometió el ser capaz de admitirlo y obrar en
consecuencia para mi es suficiente. No soy cristiano pero al fin y al
cabo si algo me enseño el cristianismo es que si hay admisión del
error, arrepentimiento, propósito de enmienda y se intenta paliar
las consecuencias del error... entonces toda culpa queda lavada.
Máximo en un caso que come en este antes que culpable se es victima.
En fin,
cuando este blog llegue a su fin, y sí el tiempo me lo permite
llegara, habrá una recapitulación final en el que esta mujer tiene
un papel esencial. Pues de mi ideal de mujer no forma parte la
perfección, de hecho no creo que exista la perfección, no más al
menos que triángulos de diez lados; pero en cambio sí que el ser
capaz de aceptar que no se es perfecta, de que se tienen fallos y
obrar en consecuencia, eso, sí que forma parte ineludible y esencial
de ese ideal