viernes, 23 de enero de 2015

Una conversación sobre el amor

Recientemente alguien me viene a decir que nada que se haga por amor puede estar mal hecho, algo hay en el amor que garantiza la inocencia de los realizados por amor.

Ya lo tengo oído antes, y aunque no deseo entrar en vana discusión sobre el tema con quién tanta fé tiene en el mito del amor... no me doy resistido a responder, a sus palabras, con un poco de lo que pienso.

Pero aquí puedo ser más libre y no medir tanto mis palabras...

Ya dijo S. Agustín “ama y haz lo que quieras” como si en verdad bastara con amar para no poder obrar mal. Pero, y aunque lo lamento mucho no doy recordado quién fue él que lo dijo, también esta dicho que el camino al infierno esta asfaltado de buenas intenciones.

He visto incluso vidas totalmente destrozadas por actos bien intencionados, pero mal dirigidos, realizados por personas que amaban sobre la vida de la persona amada con o sin permiso de esa persona. Y, no miento si digo que ya he perdido la cuenta de cuantas han sido.

El amor es una fuerza inmensa. Pero las fuerzas fuerzas son y no otra cosa. Las fuerzas empujan, quieren, buscan, hacen... Pero solo son fuerzas.

Una fuerza mal guiada, mal conducida, mal dirigida, mal encauzada, mal enfocada, mal guiada puede ser tan peligrosa como lo sea su propio tamaño, su propio peso, su propio poder. Es fácil de entender: no es igual de peligrosa una bicicleta conducida por un borracho sobre el campo del patio de atrás que un camión a 100 Km por hora en la carretera de enfrente y conducido por ese mismo borracho.

El amor si no va acompañado de una buena perspectiva de la realidad puede ser muy peligroso para la persona amada. Y, para uno mismo/a por supuesto.

Es mucho más seguro ser ayudados por alguien que no nos ama pero decide ayudar y sabe lo que hace que por alguien que nos ama pero no tiene ni idea de lo que esta haciendo. Y, eso lo sabemos todos cuando, por ejemplo, nos ponemos en manos de un dentista. “¡Mi abuelita me quiere muuuuuucho, pero mejor que me empaste la muela él que mi abuelita!”



Y, la realidad, pienso yo, es que por muy grande y poderoso que el amor sea... puede tan solo lo que la mucha o poca sabiduría le deja poder.

Amar y solo amar no es suficiente.

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