Sucedió hace mucho, tanto que ya no le sé atribuir un año.
Aquella tarde, de un 24 de diciembre, una amiga y yo, caminando,
charlabamos, entonces, no recuerdo el motivo, ella me dijo algo.
Menciono a alguien y que ese alguien se había casado.
La que se caso fue la mujer de la que yo estaba enamorado. El modo
en que pase aquella noche ni puedo, ni quiero, intentar que quede
reflejado aquí. Sé cuales son los limites del lenguaje y que hay
cosas que ni se pueden ni deben contar.
A efectos del blog, y de lo que me interesa, solo importa decir lo
siguiente:
Aquella tarde y lo que me trajo aquellos días es algo que un
piadoso “noséloque” borra su recuerdo de mi consciencia, nada
más acabar las Navidades, y sin tener consciencia de tal recuerdo
vivo el resto del año, hasta que de nuevo llega otro 24 de Diciembre
y al poco rato de terminar de comer regresa a mi consciencia el
recuerdo... Una y otra vez, año tras año, el ciclo se repite:
recuerdo y vuelvo a olvidar que recuerdo.
Ignoro que va pasar ahora, que lo escribo y publico. Quizá por
ello, esta vez, el “noséloque”, nada pueda por aliviarme un poco
la cosa. Pero da igual. Lo tengo que escribir y publicar por que todo
cambia en la vida y el objetivo del blog también ha cambiado y sería
autoengañarme pretender disimular.
El blog no era más que un modo de recordarme: existen, son y dado
que existen y son la vida vale la pena.
Ahora va ser otra cosa: un regalo, una herramienta; que quizá no
sirva de nada ni llegue a donde quiero que llegue, pero que, aun así
lo tengo que intentar.
De un modo que no preveía pero dado que todo cambia también ha
cambiado el blog. Que ha tenido un principio y tendrá, espero, un
claro final y cuando ese momento llegue sé lo que tengo que hacer
con él.
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