lunes, 5 de enero de 2015

Un 24 de diciembre

Sucedió hace mucho, tanto que ya no le sé atribuir un año.

Aquella tarde, de un 24 de diciembre, una amiga y yo, caminando, charlabamos, entonces, no recuerdo el motivo, ella me dijo algo. Menciono a alguien y que ese alguien se había casado.

La que se caso fue la mujer de la que yo estaba enamorado. El modo en que pase aquella noche ni puedo, ni quiero, intentar que quede reflejado aquí. Sé cuales son los limites del lenguaje y que hay cosas que ni se pueden ni deben contar.

A efectos del blog, y de lo que me interesa, solo importa decir lo siguiente:

Aquella tarde y lo que me trajo aquellos días es algo que un piadoso “noséloque” borra su recuerdo de mi consciencia, nada más acabar las Navidades, y sin tener consciencia de tal recuerdo vivo el resto del año, hasta que de nuevo llega otro 24 de Diciembre y al poco rato de terminar de comer regresa a mi consciencia el recuerdo... Una y otra vez, año tras año, el ciclo se repite: recuerdo y vuelvo a olvidar que recuerdo.

Ignoro que va pasar ahora, que lo escribo y publico. Quizá por ello, esta vez, el “noséloque”, nada pueda por aliviarme un poco la cosa. Pero da igual. Lo tengo que escribir y publicar por que todo cambia en la vida y el objetivo del blog también ha cambiado y sería autoengañarme pretender disimular.

El blog no era más que un modo de recordarme: existen, son y dado que existen y son la vida vale la pena.

Ahora va ser otra cosa: un regalo, una herramienta; que quizá no sirva de nada ni llegue a donde quiero que llegue, pero que, aun así lo tengo que intentar.



De un modo que no preveía pero dado que todo cambia también ha cambiado el blog. Que ha tenido un principio y tendrá, espero, un claro final y cuando ese momento llegue sé lo que tengo que hacer con él.


No hay comentarios:

Publicar un comentario